La empresa contratista de la obra del cruce de San Andrés solicitó una nueva extensión de neutralización, luego de que se cumplieran los 10 meses de plazo que habían sido otorgados en diciembre del año pasado. Con ello se entiende que los necesarios arreglos en el acceso sur a San Miguel de Tucumán, que contempla la reformulación del cruce de San Andrés, no se reactivarán en lo inmediato, según se desprende de los trámites administrativos efectuados en los despachos de la Dirección Nacional de Vialidad (DNV). Así, es incierto el futuro de los trabajos para descomprimir el tránsito en esa intersección, donde se registran largas filas de vehículos y maniobras imprudentes.

Se trata de un sector que forma parte de la autopista a Termas de Río Hondo, con trabajos licitados en abril de 2022, con la previsión de que se debía terminar en septiembre de 2023, y que por diversos motivos se fue demorando mientras en el sector de Santiagoi del Estero iban avanzando sin pausa las remodelaciones viales. El tramo de Tucumán tiene complicaciones que fueron siendo explicadas en distintas ocasiones en 2023: había que expropiar terrenos, levantar un puente elevado, duplicar la calzada, construir un distribuidor a distinto nivel en el cruce entre la ruta nacional 9 y la ruta provincial 306. Las tareas, demoradas, quedaron congeladas en noviembre en un 14,41% de avance de obra, y luego el enfriamiento del nuevo Gobierno nacional de los fondos para obras públicas derivó en la neutralización. El gobernador tucumano ha enfatizado las dificultades para obtener fondos para reanudar las obras y al mismo tiempo señaló: “no vamos a claudicar y lo vamos a seguir gestionando”.

Más allá de las explicaciones, es preciso comprender que se trata de un sector de tránsito muy intenso: es el principal acceso a San Miguel de Tucumán y según el mismo informe ambiental realizado antes de la obra, en 2019, circulan por allí 23.000 vehículos por día, en medio de maniobras imprudentes, estancamiento de tránsito, problemas y accidentes. Un lector reclamó en agosto pasado que en ese cruce vehículos de todo tipo -fundamentalmente, camiones- se generan filas de más de un kilómetro y que por detrás de los atascamientos y de las maniobras que estos generan desde hace tres años hay un sistema de fotomultas para captar a quienes pasan con el semáforo en rojo, que son aprovechadas por un estudio de abogados, el cual pretende cobrarlas y está notificando a los infractores. Es decir, por detrás de un problema de tránsito que debería ser resuelto por la autoridad se estaría permitiendo una “industria de la infracción” que no tiene justificación. A esto se añade el peligro nocturno. La ruta 9 en la entrada a Tucumán es muy oscura, y lo mismo sucede con la 306 en el sector de San Andrés, lo cual obliga a que policías de la zona deban acudir de noche a controlar medianamente la caótica circulación. En el informe ambiental de 2019, se señalan cuatro puntos críticos de accidentes entre el cruce de rutas 9 y 306 (con un semáforo insuficiente) y el puente de San Cayetano. En el sector, de 2,85 kilómetros, hay una parte urbanizada y un establecimiento escolar, y en medio del tránsito de vehículos grandes (autos, colectivos y camiones) hay motociclistas, ciclistas y peatones; estos últimos carecen de una senda peatonal.

Bien señala el lector que, independientemente de las obras para la futura autopista, convendría que las autoridades se preocupen de estudiar y resolver los problemas de intensa circulación e iluminar la zona, con el fin de evitar accidentes y aportar para una mejora en la vida cotidiana de los vecinos y de los usuarios de este sector vial.